Bienvenido/a

El taller de la bruja Gertrudis es un blog de encuentro de personas a las que nos gusta la lectura donde podemos dejar comentarios de los libros que vamos leyendo con el ánimo de tener un punto de referencia de los libros que nos gustan y un espacio que yo he llamado Cajón de sastre, donde cabe desde un poema a una reflexión o una frase o cualquier cosa que se nos ocurra.

lunes, 3 de junio de 2013

La canción de los maoríes

La canción de los maoríes
Título: La canción de los maoríes
Autor: Sarah Lark
Nº de páginas: 704 págs.
Editoral: EDICIONES B, S.A.
ISBN: 9788466650472



La canción de los maoríes es la segunda entrega de la saga que comenzó Sarah Lark con su anterior obra En el país de la nube blanca, una saga que habla sobre la familia, el amor, el odio, la confianza, la superación ante la adversidad, pero sobre todo es una historia de mujeres, de mujeres que se abren camino en un mundo hostil y en un mundo de hombres. En la anterior novela nos hablaba de la vida de las abuelas de las protagonistas de esta novela, Elaine, la nieta de Hellen y Kura, la nieta de Gwyneira, pero con genes maoríes ya que su madre es maorí, de ahí me imagino el título de la novela ya que Kura es una magnífica cantante y se dedica a divulgar canciones maoríes.
Aunque estos libros forman una saga, se pueden leer por separado, porque cuenta historias independientes, aunque aparecen personajes del primer libro, sin embargo yo recomiendo leerlas una detrás de otra y así se puede apreciar mejor tanto la historia como la propia evolución de la escritora.
La novela se sitúa en el año 1893 donde Elaine O'Keefe es una joven alegre y vivaracha, decida y algo infantil que ha heredado de su abuela Gwyneria no solo el llamativo cabello rojo y rizado sino también el espíritu aventurero y el gusto por la cría de animales, lo que no le impide ayudar tanto a sus padres en la tienda que poseen como a su abuela Helen en el pequeño hotel que regenta, en este ambiente tranquilo aparece en escena un joven irlandés, hijo de un aristócrata rural, que ha tenido que huir del país por motivos políticos, William Martyn, un joven educado, culto y refinado, que aunque no tiene dinero, tiene talento y se sabe mover entre la gente, pronto empieza a trabajar ayudando al padre de Elaine aunque sus aspiraciones son mucho más amplias, empieza a rondar a la joven Elaine que cae rendida ante el joven aristócrata. Pero entonces, la prima de Elaine, Kura, aparece en escena. La nieta de Gwyneira, aborrece la vida en la granja y quiere convertirse en una cantante de ópera de éxito alentada por su mediocre institutriz, una joven con muchas ínsulas para vivir en una granja apartada de todo el mundo. Cuando William conoce a Kura sucumbe a su exótica belleza y sus encantos y no duda en dejar plantada a Elaine. A partir de aquí se van sucediendo una serie de acontecimientos en la vida de ambas primas que van sumergiendo al lector en las dificultades que estas dos primas van superando en sus azarosas y turbulentas vidas.
Kura se casará con William. Y aunque ambos están enamorados, la felicidad tampoco será una característica de su matrimonio. Culpa de ello lo tiene la altivez, la arrogancia y el egoísmo de Kura que choca con el propio egoísmo de William. Y es que no tienen los mismos intereses. Kura hará todo lo posible por dedicarse a lo que más le gusta: cantar. Sueña con ser una diva de la ópera y no le importará arrastrar a quien tenga que arrastrar para cumplir su sueño y William quiere hacerse un rico terrateniente. Y cuando se dé cuenta que ni siquiera William está de su parte, también empezará a tomar decisiones que cambiarán y mucho su vida.

El planteamiento es el mismo de la anterior obra: dos hilos argumentales que se entrelazan entre sus dos protagonistas femeninas, Elaine y Kura. Quizás enganchen menos que sus abuelas, pero a diferencia de ellas, son más modernas y por tanto más contradictorias en su carácter. Historia, ambientación, caracterización y mucho, mucho paisajismo neozelandés acaban por rendir a cualquier lector ávido de sensaciones emocionalmente interesantes.

En esta novela enseguida sientes simpatía por Elaine quizás por su ingenuidad y por la necesidad de sentirse querida por un hombre lo que es también el origen de sus errores, pero también eso la hace más fuerte y va superándolos y al final consigue el amor de un hombre realmente bueno, sin embargo Kura llega a parecer completamente insoportable por ese aura de belleza y perfección que la rodea, y no le duelen prendas si tiene que pisotear a quien se le ponga por delante para conseguir sus objetivos, aunque también pasa bastantes dificultades y habrá un momento en que ambas primas se apoyarán mutuamente para sobrevivir.
Desde luego me ha fascinado la historia pero sobre todo su ambientación, me está embrujando Nueva Zelanda.
Tengo que confesar que algunas situaciones del final me han sabido a poco, me ha pasado como con el anterior libro toda la trama acaba demasiado rápidamente, es decir el final me parece demasiado abrupto. Hubiese quedado más satisfecha, si Sarah Lark se hubiese detenido más desarrollando determinadas situaciones por las que pasa muy de pasada.
En definitiva, La canción de los maoríes me parece un libro perfecto para escapar de la rutina de nuestro día a día y viajar a un país de ensueño siguiendo las aventuras, amores y desventuras de sus protagonistas, dos mujeres que nos enseñan sus vidas. Unas vidas que cambian de forma radical y en las que las acompañaremos a lo largo de setecientas páginas. Elaine y Kura nos irán mostrando sus sueños y necesidades, totalmente diferentes. Dos mujeres fuertes, pero de forma de ser y pensar completamente opuestas, una con una vida de prohibiciones y la otra de ambiciones. Ambas sacrificadas a su manera y con un unos personajes secundarios dignos de mención también. Tenemos a Tim, mi favorito de entre todos, un hombre sincero y leal. Thomas, marido de Elaine, un hombre al que llegamos a odiar a lo largo del libro y a William, nexo entre Elaine y Kura que ve en esta última a la mujer de su vida.

Al igual que me sentí enganchada con En el país de la nube blanca me he sentido con La canción de los maoríes, he disfrutado mucho con la ambientación pues he vuelto a soñar con las llanuras de Canterbury, y a recorrer los caminos de unas ciudades a otras. Sin duda es de destacar el conocimiento que aporta de la vida de los mineros, de las nefastas condiciones de trabajo y la dureza del mismo.

A parte de la vida azarosa de estas dos jóvenes hemos podido conocer un poco este país tan hermoso que es Nueva Zelanda, las dificultades de los extranjeros que llegaban al país para instalarse, sus luchas y esfuerzos por labrarse un futuro ahí: la búsqueda de oro, el duro trabajo de una granja, las pésimas condiciones en las que se trabajaban en las minas y los esfuerzos por mejorarlas... La llegada del ferrocarril, la introducción de las famosas máquinas de coser Singer, y sobre todo ver cómo se van formando y creciendo las ciudades aunque también me hubiera gustado que profundizara un poco más en la cultura maorí, aunque hay una buena introducción a su música tradicional.

Es una lectura recomendable pues tiene los ingredientes necesarios para entretener y emocionar, aunque puede que en algunos momentos le falte acción, está bien sustituida por los diálogos y la abundancia de personajes.

Esta historia, aún más que la anterior, nos habla de abrirse paso en el mundo y de lo difícil que esto puede ser. Ambas protagonistas, por distintos motivos, se ven expuestas al abuso y a las consecuencias de sus propios errores, el primero de ellos, el matrimonio adolescente (algo no tan raro para la época). Kura debe luchar por lograr su sueño, casi un imposible para una mujer mestiza del siglo XIX, de cantar en la ópera, en un camino donde la mayoría está dispuesto a aprovecharse de su belleza y hacerle zancadillas. Elaine en tanto, deberá andar un largo camino para escapar de la violencia y encontrarse a sí misma nuevamente.

La trama en sí misma es muy sorprendente. Los personajes tienen que pasar por muchas experiencias, algunas bastante desagradables, que mantienen al lector despierto y en tensión, deseando saber qué le deparará en las siguientes páginas. Estas experiencias o problemas a los que los personajes deben plantarles cara son muy variados y están muy bien detallados, aunque a veces me ha parecido que algunos no ganaban para disgustos.

Sarah Lark se las ingenia para que el ritmo de la lectura no decaiga, y sabe cómo crear conflictos atractivos para el lector, sabe cómo exponer situaciones de manera interesante y sabe cómo mantener la intriga.


El autor:
Christiane Gohl (Bochum, Alemania, 1958) es una escritora alemana que escribe bajo los pseudónimos de Sarah Lark, Ricarda Jordan, Elisabeth Rotenberg o con su propio nombre.
Sarah Lark es uno de los seudónimos de una autora alemana afincada en España de prolífica producción literaria sobre todo en el campo de los libros sobre caballos, trabajó durante muchos años como guía turística y pronto descubrió su fascinación por Nueva Zelanda. Con En el país de la nube blanca inició una trilogía sobre las tierras neozelandesas que continúa con La canción de los maoríes y El grito de la tierra. Su forma de escribir, plagada de minuciosas descripciones y a la vez directa, le ha granjeado el éxito en toda Europa. Sus libros te transportan a los lugares sobre los que escribe igual que lo haría un recuerdo, y sus personajes, tan alejados en el tiempo, se hacen tan cercanos gracias a su prosa que el lector no puede por menos que sufrir, reír y emocionarse con ellos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario