La canción de los maoríes
Título: La
canción de los maoríes
Autor: Sarah Lark
Nº de páginas: 704
págs.
Editoral: EDICIONES
B, S.A.
ISBN: 9788466650472
La canción de los maoríes es la segunda entrega de la saga
que comenzó Sarah Lark con su anterior obra En el país de la nube blanca, una
saga que habla sobre la familia, el amor, el odio, la confianza, la superación
ante la adversidad, pero sobre todo es una historia de mujeres, de mujeres que
se abren camino en un mundo hostil y en un mundo de hombres. En la anterior
novela nos hablaba de la vida de las abuelas de las protagonistas de esta
novela, Elaine, la nieta de Hellen y Kura, la nieta de Gwyneira, pero con genes
maoríes ya que su madre es maorí, de ahí me imagino el título de la novela ya
que Kura es una magnífica cantante y se dedica a divulgar canciones maoríes.
Aunque estos libros forman una saga, se pueden leer por
separado, porque cuenta historias independientes, aunque aparecen personajes
del primer libro, sin embargo yo recomiendo leerlas una detrás de otra y así se
puede apreciar mejor tanto la historia como la propia evolución de la escritora.
La novela se sitúa en el año 1893 donde Elaine O'Keefe es
una joven alegre y vivaracha, decida y algo infantil que ha heredado de su
abuela Gwyneria no solo el llamativo cabello rojo y rizado sino también el
espíritu aventurero y el gusto por la cría de animales, lo que no le impide ayudar tanto a sus
padres en la tienda que poseen como a su abuela Helen en el pequeño hotel que
regenta, en este ambiente tranquilo aparece en escena un joven irlandés, hijo
de un aristócrata rural, que ha tenido que huir del país por motivos políticos,
William Martyn, un joven educado, culto y refinado, que aunque no tiene dinero,
tiene talento y se sabe mover entre la gente, pronto empieza a trabajar
ayudando al padre de Elaine aunque sus aspiraciones son mucho más amplias,
empieza a rondar a la joven Elaine que cae rendida ante el joven aristócrata. Pero
entonces, la prima de Elaine, Kura, aparece en escena. La nieta de Gwyneira,
aborrece la vida en la granja y quiere convertirse en una cantante de ópera de
éxito alentada por su mediocre institutriz, una joven con muchas ínsulas para
vivir en una granja apartada de todo el mundo. Cuando William conoce a Kura sucumbe
a su exótica belleza y sus encantos y no duda en dejar plantada a Elaine. A
partir de aquí se van sucediendo una serie de acontecimientos en la vida de
ambas primas que van sumergiendo al lector en las dificultades que estas dos
primas van superando en sus azarosas y turbulentas vidas.
Kura se casará con William. Y aunque ambos están enamorados,
la felicidad tampoco será una característica de su matrimonio. Culpa de ello lo
tiene la altivez, la arrogancia y el egoísmo de Kura que choca con el propio
egoísmo de William. Y es que no tienen los mismos intereses. Kura hará todo lo
posible por dedicarse a lo que más le gusta: cantar. Sueña con ser una diva de
la ópera y no le importará arrastrar a quien tenga que arrastrar para cumplir
su sueño y William quiere hacerse un rico terrateniente. Y cuando se dé cuenta
que ni siquiera William está de su parte, también empezará a tomar decisiones
que cambiarán y mucho su vida.
El planteamiento es el mismo de la anterior obra: dos hilos
argumentales que se entrelazan entre sus dos protagonistas femeninas, Elaine y Kura.
Quizás enganchen menos que sus abuelas, pero a diferencia de ellas, son más
modernas y por tanto más contradictorias en su carácter. Historia, ambientación,
caracterización y mucho, mucho paisajismo neozelandés acaban por rendir a
cualquier lector ávido de sensaciones emocionalmente interesantes.
En esta novela enseguida sientes simpatía por Elaine quizás
por su ingenuidad y por la necesidad de sentirse querida por un hombre lo que
es también el origen de sus errores, pero también eso la hace más fuerte y va superándolos
y al final consigue el amor de un hombre realmente bueno, sin embargo Kura
llega a parecer completamente insoportable por ese aura de belleza y perfección
que la rodea, y no le duelen prendas si tiene que pisotear a quien se le ponga
por delante para conseguir sus objetivos, aunque también pasa bastantes
dificultades y habrá un momento en que ambas primas se apoyarán mutuamente para
sobrevivir.
Desde luego me ha fascinado la historia pero sobre todo su
ambientación, me está embrujando Nueva Zelanda.
Tengo que confesar que algunas situaciones del final me han
sabido a poco, me ha pasado como con el anterior libro toda la trama acaba
demasiado rápidamente, es decir el final me parece demasiado abrupto. Hubiese
quedado más satisfecha, si Sarah Lark se hubiese detenido más desarrollando
determinadas situaciones por las que pasa muy de pasada.
En definitiva, La canción de los maoríes me parece un libro
perfecto para escapar de la rutina de nuestro día a día y viajar a un país de
ensueño siguiendo las aventuras, amores y desventuras de sus protagonistas, dos
mujeres que nos enseñan sus vidas. Unas vidas que cambian de forma radical y en
las que las acompañaremos a lo largo de setecientas páginas. Elaine y Kura nos
irán mostrando sus sueños y necesidades, totalmente diferentes. Dos mujeres
fuertes, pero de forma de ser y pensar completamente opuestas, una con una vida
de prohibiciones y la otra de ambiciones. Ambas sacrificadas a su manera y con
un unos personajes secundarios dignos de mención también. Tenemos a Tim, mi
favorito de entre todos, un hombre sincero y leal. Thomas, marido de Elaine, un
hombre al que llegamos a odiar a lo largo del libro y a William, nexo entre
Elaine y Kura que ve en esta última a la mujer de su vida.
Al igual que me sentí
enganchada con En el país de la nube blanca me he sentido con La canción de los
maoríes, he disfrutado mucho con la ambientación pues he vuelto a soñar con las
llanuras de Canterbury, y a recorrer los caminos de unas ciudades a otras. Sin
duda es de destacar el conocimiento que aporta de la vida de los mineros, de
las nefastas condiciones de trabajo y la dureza del mismo.
A parte de la vida azarosa de estas dos jóvenes hemos podido
conocer un poco este país tan hermoso que es Nueva Zelanda, las dificultades de
los extranjeros que llegaban al país para instalarse, sus luchas y esfuerzos
por labrarse un futuro ahí: la búsqueda de oro, el duro trabajo de una granja,
las pésimas condiciones en las que se trabajaban en las minas y los esfuerzos
por mejorarlas... La llegada del ferrocarril, la introducción de las famosas
máquinas de coser Singer, y sobre todo ver cómo se van formando y creciendo las ciudades aunque también me hubiera gustado que profundizara un poco más en la
cultura maorí, aunque hay una buena introducción a su música tradicional.
Es una lectura recomendable pues tiene los ingredientes
necesarios para entretener y emocionar, aunque puede que en algunos momentos le
falte acción, está bien sustituida por los diálogos y la abundancia de
personajes.
Esta historia, aún más que la anterior, nos habla de abrirse
paso en el mundo y de lo difícil que esto puede ser. Ambas protagonistas, por
distintos motivos, se ven expuestas al abuso y a las consecuencias de sus
propios errores, el primero de ellos, el matrimonio adolescente (algo no tan
raro para la época). Kura debe luchar por lograr su sueño, casi un imposible
para una mujer mestiza del siglo XIX, de cantar en la ópera, en un camino donde
la mayoría está dispuesto a aprovecharse de su belleza y hacerle zancadillas.
Elaine en tanto, deberá andar un largo camino para escapar de la violencia y
encontrarse a sí misma nuevamente.
La trama en sí misma es muy sorprendente. Los personajes
tienen que pasar por muchas experiencias, algunas bastante desagradables, que
mantienen al lector despierto y en tensión, deseando saber qué le deparará en
las siguientes páginas. Estas experiencias o problemas a los que los personajes
deben plantarles cara son muy variados y están muy bien detallados, aunque a
veces me ha parecido que algunos no ganaban para disgustos.
Sarah Lark se las ingenia para que el ritmo de la lectura no
decaiga, y sabe cómo crear conflictos atractivos para el lector, sabe cómo
exponer situaciones de manera interesante y sabe cómo mantener la intriga.
El autor:
Christiane Gohl (Bochum, Alemania, 1958) es una escritora alemana que escribe bajo los pseudónimos de Sarah Lark, Ricarda Jordan, Elisabeth Rotenberg o con su propio nombre.
Sarah Lark es uno de los seudónimos de una autora alemana afincada en España de prolífica producción literaria sobre todo en el campo de los libros sobre caballos, trabajó durante muchos años como guía turística y pronto descubrió su fascinación por Nueva Zelanda. Con En el país de la nube blanca inició una trilogía sobre las tierras neozelandesas que continúa con La canción de los maoríes y El grito de la tierra. Su forma de escribir, plagada de minuciosas descripciones y a la vez directa, le ha granjeado el éxito en toda Europa. Sus libros te transportan a los lugares sobre los que escribe igual que lo haría un recuerdo, y sus personajes, tan alejados en el tiempo, se hacen tan cercanos gracias a su prosa que el lector no puede por menos que sufrir, reír y emocionarse con ellos.
Christiane Gohl (Bochum, Alemania, 1958) es una escritora alemana que escribe bajo los pseudónimos de Sarah Lark, Ricarda Jordan, Elisabeth Rotenberg o con su propio nombre.
Sarah Lark es uno de los seudónimos de una autora alemana afincada en España de prolífica producción literaria sobre todo en el campo de los libros sobre caballos, trabajó durante muchos años como guía turística y pronto descubrió su fascinación por Nueva Zelanda. Con En el país de la nube blanca inició una trilogía sobre las tierras neozelandesas que continúa con La canción de los maoríes y El grito de la tierra. Su forma de escribir, plagada de minuciosas descripciones y a la vez directa, le ha granjeado el éxito en toda Europa. Sus libros te transportan a los lugares sobre los que escribe igual que lo haría un recuerdo, y sus personajes, tan alejados en el tiempo, se hacen tan cercanos gracias a su prosa que el lector no puede por menos que sufrir, reír y emocionarse con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario