Bienvenido/a

El taller de la bruja Gertrudis es un blog de encuentro de personas a las que nos gusta la lectura donde podemos dejar comentarios de los libros que vamos leyendo con el ánimo de tener un punto de referencia de los libros que nos gustan y un espacio que yo he llamado Cajón de sastre, donde cabe desde un poema a una reflexión o una frase o cualquier cosa que se nos ocurra.

miércoles, 20 de marzo de 2013

La calle de la judería

Título: La calle de la judería
Autor: Toti Martínez de Lezea
Editorial: Maeva
Pág: 512
ISBN: 9788496231399


El libro nos narra la historia de una familia judeocristiana del siglo XV ambientada en la ciudad de Vitoria.
Nos describe a la perfección cómo era la vida para los judíos en esos momentos. Nos presenta a la familia de David Sahadia, uno de los mejores médicos en la Vitoria de aquellos años. La historia comienza cuando el hermano de David, Yosef, que había estudiado para ser rabino en Toledo se convierte al cristianismo, como otros tantos judíos. Años después será su propio hijo quien se convierta. Y aunque al principio a David le costará aceptarlo, siempre respetará la decisión que ambos han tomado. Y con el tiempo retomará la relación tanto con su hermano como con su hijo. La religión no será un impedimento para la unión familiar.

El tema religioso y del poder es lo que más destaca en la novela junto con el tema de la convivencia de judíos, cristianos y conversos abocada a la expulsión de España de los judíos en 1492 por los Reyes Católicos.

Una novela muy bien ambientada y documentada en la que hay cabida a la rivalidad, el odio, y a la profunda amistad entre los personajes a pesar de pertenecer a diferentes religiones.

Los personajes se van sucediendo a lo largo de las páginas, ya que abarca la historia de una familia a lo largo de un siglo, pero de entre todos ellos podemos destacar a los siguientes:

Yehudá, más tarde Fray Anselmo, tras su conversión, punto de inicio de la novela cuando regresa a Vitoria tras su formación en Toledo para ser el rabino de la comunidad de Vitoria.

David, hermano de Yehudá, es el gran patriarca de esta familia de médicos de reconocido prestigio en Vitoria, es judío pero practica la religión sin un convencimiento profundo, simplemente es la religión de sus padres y de sus antepasados, es un hombre muy erudito y está más centrado en sus estudios de medicina que en la religión e incluso en su misma familia.

Yosef, más tarde Pedro Sánchez de Bilbao, estudiará medicina, como su padre en París lo que le hace tener una mente mucho más abierta a otras ideas y religiones, conoce a su tío fray Anselmo con el que se siente más cercano, sus charlas y una serie de circunstancias que le rodearon le hacen convertirse al cristianismo. Pero sus inclinaciones religiosas no le impedirán seguir manteniendo los lazos con su familia judía. Aunque tendrá que sufrir en los primeros años el rechazo de su hermano Jonás, que no comprenderá nunca su conversión. 
Pedro es el mayor ejemplo de tolerancia, de respeto y de convivencia. Él será un buen cristiano, a pesar de seguir manteniendo relaciones con su familia, a pesar de seguir conservando algunas tradiciones judías. Y llegará a ser reconocido como un cristiano ejemplar. Tendrá una familia cristiana. Y entre sus hijos destacará sobre todo la figura de su hijo mayor, Juan. 

Juan el rico, es el hijo de Pedro, es un hombre ambicioso, buen comerciante y mejor hombre de negocios, querrá hacer olvidar a toda Vitoria su ascendencia judía. Querrá convertirse en la familia cristiana de mayor importancia. Y en este sentido obtendrá grandes victorias pero también tendrá que enfrentarse a los tropiezos que cometerán algunos miembros de su familia.

En cuanto a la novela los personajes tienen distintos oficios, los hay buenos, los hay malos, pero en general la autora no se posiciona ante ellos, sino que se limita a narrar la historia, aunque es cierto que algunos te atraen más que otros e incluso llegas a sentir apatía por otros, porque hay buenos judíos con buena relación con los cristianos, cristianos con buena relación con los judíos, cristianos que odian a los judíos y judíos intolerables con los conversos, pero me ha faltado que se involucrara más con algunos personajes.

Me hubiera gustado más que hubiera profundizado en la crisis de fe que le hace abandonar a Yehudá el judaísmo, no me creo que por las homilías que escuchaba del fraile Vicente Ferrer, por muy locuaz que fuera el sujeto, un hombre de la valía de Yehudá, o al menos eso es lo que nos da a entender en la novela, no abandona su fe, creo que es un personaje insatisfecho en busca de la verdad y de la paz espiritual, y lo que únicamente buscaba era a Dios, ya sea dentro del judaísmo o dentro del cristianismo, y esto fue precisamente lo que su sobrino vio en él y lo que le hizo convertirse.

Claro está que en la novela aparecen los conversos de "boquilla", aquellos que se vieron obligados a convertirse para seguir conservando su posición, y de lo que muchos supieron sacar su rentabilidad al estar ya libres de poder hacer todos los negocios que quisieran con los cristianos y exentos de todas las leyes y los impuestos que privaban a los judíos, y claro está estos eran más papistas que el Papa y eran más, o lo aparentaban, cristianos ante el resto de la comunidad de cristianos viejos, y también, por supuesto, los auténticos judíos que abandonaron sus posesiones y se marcharon antes que renunciar a sus creencias.

Sí que se deja entrever un posicionamiento ante esta rivalidad judeocristiana por la convivencia en paz y la plena armonía, lástima que esto en cierto modo hoy no esté tan presente en nuestra sociedad en la que haya un respeto mutuo entre los ciudadanos que hablen distintas lenguas dentro de una misma comunidad, o el respeto a las distintas religiones y no hacer en nombre de una ideología, o de una religión una cruzada fanática, que no nos conduce a nada, sino al empobrecimiento cultural y social, y si no ahí tenemos nuestra historia, las cruzadas, el terrorismo, las guerras santas, las dictaduras...


El autor:


Toti Martínez de Lezea (Vitoria-Gasteiz, 1949). Es lectora compulsiva. La lectura del Diccionario Mitológico de don José Miguel de Barandiaran le llevó tiempo después a reescribir las leyendas vascas que más le gustaban, Leyendas de Euskal Herría. Y las obras de Alejandro Dumas y Victor Hugo la adentraron en la novela de género histórico.

Estudió en Francia, Inglaterra y Alemania, y ha trabajado como traductora muchos años y también en la televisión vasca.

Ha escrito La Abadesa, La calle de la Judería, Las torres de Sancho, La herbolera, Señor de la guerra, Los hijos de Ogaíz, La brecha, La Comunera, El verdugo de Dios, El jardín de la Oca, La Universal, Los grafitis de mamá, Placeres reales y libros infantiles como como Nur y Brujas. El último que ha publicado es Mareas que son 35 historias de 35 mujeres en 35 pueblos de la costa vasca a los largo de 20 siglos.


viernes, 8 de marzo de 2013

Secretos de belleza


Este es mi pequeño homenaje a todas las mujeres en este día, aunque para mí este día sobra porque no habría que celebrar ningún día especial de la mujer porque todos los días son días de la mujer y del hombre porque ojalá llegue el día en que de verdad seamos todos iguales.

En una ocasión le preguntaron a Audrey Hepburn por sus secretos de belleza y ella escribió lo siguiente:

Para tener unos labios atractivos, di siempre palabras amables.
Para tener ojos adorables, mira siempre las cosas buenas de la gente.
Para tener una figura esbelta, comparte tu comida con los que padecen hambre.
Para tener un pelo lindo, permite que un niño pase sus deditos por él, por lo menos una vez al día.
Para mantener la elegancia, camina con la certeza de que nunca estás sola.
La gente, más que las cosas, tiene derecho a ser reestablecida, revivida, reivindicada y redimida. Nunca rechaces ni deseches a nadie.
Recuerda, si necesitas una mano amiga, la encontrarás en el extremo de cada uno de tus brazos.
Con el tiempo y la madurez, descubrirás que tienes 2 manos: una para ayudarte a ti misma y la otra para ayudar a los demás.
La belleza de una mujer no está en su figura, en la ropa que viste o en la forma en la que se peina. La belleza de una mujer… tiene que ser vista en sus ojos, porque son la puerta de su alma, el lugar donde habita el amor.
La belleza de una mujer no está en la moda superficial. La verdadera belleza de una mujer se refleja en su alma. Es la bondad con la que da amor y en la pasión que demuestra.
La belleza de una mujer crece con el pasar de los años.

(Audrey Hepburn)

El autor:


Audrey Hepburn (Bruselas 1929-Suiza 1993) fue una actriz británico-belga, una de las pocas ganadoras del Oscar, del premio Tony y del premio Grammy. Está considerada por la American Film Institute como la tercera mejor estrella femenina de todos los tiempos.
Desayuno con diamantes (1961), Sola en la oscuridad (1967), Historia de una monja (1959), y  Sabrina (1954) son sus películas más emblemáticas.
En 1988 fue nombrada embajadora de UNICEF y su solidaridad humanitaria por los niños pobres marcó sus últimos días de su vida. Los viajes a Sudán, El Salvador, Guatemala, Honduras y Vietnam fueron ocupando una larguísima agenda donde siempre faltaban horas. Viajó a Somalia poco antes de que se le declarara la enfermedad terminal, el cáncer de colón, que la hizo abandonar toda su generosa actividad.
En 1993, meses después de su muerte, la academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió un Oscar Humanitario Jean Hersholt por su labor como embajadora permanente en UNICEF.

jueves, 7 de marzo de 2013

Queda prohibido

En la red he encontrado este poema y que me ha encantado y he visto que ha habido cierto alboroto en la red porque ha estado atribuido a Pablo Neruda y el propio autor Alfredo Cuervo Barrero ha tenido que ir rectificando en todas las páginas donde estaba publicado para demostrar su autoría, pues desde este humilde blog desde el principio está atribuido a su auténtico autor.


QUEDA PROHIBIDO


¿Qué es lo verdaderamente importante?,

Busco en mi interior la respuesta,
y me es tan difícil de encontrar.

Falsas ideas invaden mi mente,
acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,
aturdida en un mundo de irreales ilusiones,
donde la vanidad, el miedo, la riqueza,
la violencia, el odio, la indiferencia,
se convierten en adorados héroes,
¡no me extraña que exista tanta confusión,
tanta lejanía de todo, tanta desilusión!.

Me preguntas cómo se puede ser feliz,
cómo entre tanta mentira puede uno convivir,
cada cual es quien se tiene que responder,
aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme solo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.

Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte solo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles solo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.

Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.

(Alfredo Cuervo Barrero)